15.01.2018

Una nueva clase obrera toma la palabra

La protesta al interior del movimiento se está tornando incontenible
Hay dos verdades históricas que pesan en el debate del movimiento sindical.

1) Sin el movimiento obrero movilizado y activo es muy difícil enfrentar las políticas neoliberales del macrismo.
2) Con el movimiento obrero en el estado actual de cosasm es muy difícil que eso suceda y en consecuencia toda respuesta va a ser parcial y defensiva.

En esta perspectiva el modelo se va a agotar por sí mismo cuando suban la tasa de interés en los bancos centrales del norte y la capacidad de endeudamiento vertiginoso se agote, o cuando los sectores hegemónicos del poder económico consideren que Macri ya no es funcional y hay que enderezar este barco. Las consecuencias remiten inmediatamente al 19 y 20 de diciembre de 2001.

La primera cuestión demostrada en la segunda mitad del siglo pasado y en lo que va de este abre muchos interrogantes y un debate que cruza a todo el sindicalismo. La creciente demanda de unidad, que surge de abajo hacia arriba (Santa Fe es un claro ejemplo con la aparición del movimiento obrero santafecino, que expresa las diversas corrientes de la CGT y la CTA, sus símiles en otras provincias como Entre Ríos, Córdoba, Neuquén y varias regionales de la provincia de Buenos Aires), señala una demanda de movilización a la que la actual conducción de la CGT no puede dar respuesta.

Agregado a esto la política del gobierno nacional, que “combina sabiamente la represión con la extorsión” a los dirigentes más decisivos, encamina el conflicto a encerronas que se van manifestando con niveles crecientes de enfrentamiento callejero y violencia. El macrismo juega irresponsablemente con fuego y desconoce que en el límite ni el golpe genocida del ’76 pudo con el movimiento obrero, menos lo va a lograr con este tipo de accionar represivo. El Cordobazo estuvo precedido por una feroz represión policial a una asamblea de los trabajadores de la fábrica Renault. Diez días antes habían allanado una asamblea del Smata-Renault y molieron a palos a los trabajadores que estaban discutiendo la aplicación del sábado inglés y las quitas zonales. Cuando el paro activo del 29 de mayo del ’69, muchos de esos trabajadores fueron a cobrarse aquella represión. No se puede discutir lo que pasó el lunes 18 de diciembre sin partir de la brutal represión del jueves 14. No alcanza con señalar que ese camino no conduce a ninguna parte. Se impone la construcción de un camino de unidad que pueda contener a las bases que hoy están claramente a la izquierda de sus dirigentes. Esta no es una afirmación ideológica discursiva, sino una realidad fáctica que reclama resistencia activa.

La segunda cuestión se resolverá por la vía del viejo trasvasamiento generacional. Hoy más de la mitad de los trabajadores sindicalizados son jóvenes ingresados al mundo del trabajo a partir de la era kirchnerista. La mayoría de la dirigencia sindical abona el setentismo, no por la teoría de la revolución sino por la acumulación de almanaques en sus espaldas. La transición hacia una dirigencia más representativa desde el punto de vista etario está golpeando a la puerta. En esa transición se encierra este debate.
Un extenso reportaje realizado por la socióloga e investigadora del conicet Paula Abal Medina al triunviro Juan Carlos Schmidt nos muestra a cielo abierto las profundas heridas no cerradas de la larga crisis de la CGT.

Ahí, entre autocríticas y lamentos, el dirigente del sindicato de Dragado y Balizamiento, sin duda el cuadro sindical más lúcido del triunvirato cegetista , va relatando los pormenores de la convocatoria al último paro realizado con motivo de la ley de reforma previsional: las dificultades internas para arribar a consensos entre los dirigentes dialoguistas con el gobierno nacional, los que están presionados por sus propias bases que les exigen “plan de lucha y movilización”, los que están per se dispuestos a combatir este modelo que aún se siente en la piel de quienes fueron conducción en los ’90 (algunos también en los ’70 de Martinez de Hoz) y que ahorra cualquier debate sobre sus consecuencias por ser una copia fiel del original. Doy fe.

Este reportaje deja en claro que, después de muchos años, la contradicción entre representantes sindicales y autorepresentados en sus intereses con status de dirigentes ha llegado a un límite. La flecha está en el aire y la discusión en las calles. Este año será el escenario de luchas y debates importantes. El anecdotario es muy amplio y el hervidero en cada sindicato, sobre todo del sector industrial frente a la pérdida de puestos de trabajo, las discusiones salariales y la espada de Damocles de la reforma laboral constituyen un caldo de cultivo que puede producir sorpresas históricas. El sindicalismo empresario. como creación del neoliberalismo de los ’90, no sirve ya para contener la protesta del movimiento obrero.

Fuente: http://www.elcohetealaluna.com/una-nueva-clase-obrera-toma-la-palabra/

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